Día 2: Autobiografía
Aún le tengo miedo a las cucarachas… asco más bien. Esa es la historia de mi vida más antigua que recuerdo y para variar tiene que ver con miedo. Desde niña comencé a construir una identidad cimentada en miedos, miedo a la mirada del otro más que nada. Todo eso se fue reforzando a través de los años y a través de distintas experiencias que al final del día resultaban en una versión de mí más restringida, más ansiosa, más sumisa, más desanimada.
Hay un recuerdo que ha estado presente en mí durante las últimas semanas. He pensado tanto en eso que hasta me confunde y me hace preguntarme si ha vuelto a mí para algo en específico. Voy a pensar que es para que escriba sobre ese día…
Tenía más o menos 11 años. Era el cumpleaños de dos de mis primas en casa de la abuela. La celebración era en grande porque una de ellas venía de visita de Orlando y nunca había tenido un cumpleaños acá como dios manda. El tema de la fiesta era Pocahontas y las dos estaban vestidas como ella. Había mucha gente. Más de lo usual en nuestras actividades familiares que por lo general, al ser una familia numerosa, eran bastante concurridas. La estrella de la fiesta, además de las homenajeadas, lo fue una payasa que no logro recordar su nombre. Era de lo más colorida y divertida… igual que la gran mayoría de los payasos. Nada diferente. En uno de los juegos me tocó participar; no recuerdo bien si me escogieron o me ofrecí. Tampoco sé qué juego era. Solo recuerdo que yo tenía dos trenzas y estaba vestida con un conjunto blanco que me había hecho mi madrina. En esa época todos mis ajuares de fiesta los hacía ella y es me hacía sentir especial y única.
Todo pintaba bien para mí hasta que a la payasa se le ocurre mirar para dentro de la casa al notar el olor a comida que provenía de la cocina. Miró con curiosidad e hizo un comentario sobre la comida, positivo claro está. Mi abuela siempre cocinó delicioso. Y por alguna razón yo decidí que estaba bien decirle, a través del micrófono que ella misma me había prestado para jugar, que no fuera “presentá”.
Y ese fue el fin, según mis memorias, de la niña loud, curiosa, habladora, opinionated, dramática y extrovertida que un día fui. No recuerdo si me castigaron y prefiero no recordarlo. Pero sí se que le ocasioné una gran vergüenza a mi mamá y a mis tías al haber “insultado” a la payasa de aquella forma tan fresca y ordinaria pero a la misma vez inocente. Después de ese día todo ese adoctrinamiento recibido sobre transformarnos para causar cierta impresión ante los demas se cruzó con mi adolescencia, y mi ser auténtico y yo nos despedimos por muchos años.
Hoy día me encuentro conectando con esa Vicmarie que insultó a la payasa por metiche y estoy buscando en esa y otras versiones de mí pedazos de esa niña que una vez fui. La niña que no tenía prejuicios ni miedos. Una de las herramientas que he usado en este proceso de auto-exploración es el tarot. Luego de deshacerme de los prejuicios que tenía sobre estas cartas, me he vuelto fan y peligra mi cuenta de banco cada vez que me topo con algún deck con un artwork que me hipnotice. Mis birth cards son El Diablo y Los Amantes. El diablo representa esa tentación de hacer cosas que son “malas” para nosotros y los amantes representan esa conexión especial que tenemos con alguien. Y en esta historia de la payasa veo ambas cartas representadas: el diablo en ese lado travieso y despreocupado que insultó a aquella pobre mujer sin pena alguna, y los amantes en la relación que tengo con esas versiones de mí con las que estoy buscando conectar para entenderme y verme tal cual soy.
Abrazo a aquella niña confianzuda y parlanchina que era en gran parte el reflejo de las cosas que le enseñaron. Adopto su sinceridad y la mezclo un poco con sensatez y compasión para que podamos caminar juntas en este mundo que no se cansa de decirnos que está mal existir como somos.
Desafío: 30 días de escribirme por Aniko Villalba. “30 días de escribirme es un desafío pensado para que escribas un texto al día durante 30 días, en base a un disparador o consigna. Cada día durante un mes tendrás acceso a una consigna de escritura nueva. Empezás apenas te inscribís. ¡Y es gratis!“