Día 22: Monólogo interno
Aunque la mayor parte del tiempo me siento self conscious de la forma en que escribo y se me hace muy fácil notar las áreas a mejorar, mi mayor obstáculo al escribir son las distracciones, ese impulso que me lleva a procrastinar y que a veces no logro comprender. Pienso que no tiene tanto que ver con motivación ni con inspiración. Es simplemente algo que insiste en desconectarme de lo que voy a hacer sin razón alguna. Y me ocurre por lo general con cosas planificadas, con ejercicios o tareas que he agendado intencionalmente y con anticipación.
Pierdo la cuenta de las veces que me paro de la silla a buscar algo, hacer algo, recoger algo, darle sobitos a Joy, mirar por la ventana, hacer inventario de lo que tengo en la nevera, sacarme las cejas, rebuscarme las espinillas de la cara, indagar sobre productos u objetos innecesarios de los que me pueda antojar, enviarle un mensaje a alguien de quien hace tiempo no sé, limpiar el inodoro y revisar el Instagram.
Lo curioso es que además de todas esas cosas que mencioné, siempre que me propongo hacer algo y llega la vocecita que me distrae, termino haciendo cosas buenas o necesarias, que no tienen nada que ver con la intención inicial de sentarme, por ejemplo, a escribir. En muchas ocasiones me he puesto a recoger el closet o las gavetas, o a involucrarme en algún ejercicio creativo que me mantiene entretenida. En esos casos, la satisfacción de haber hecho algo chévere opaca la culpa y la sensación negativa que nace al reconocer que esa otra cosa que me había propuesto hacer, no se dio.
Esa voz que me desvía hacia el camino de la procrastinación y que me distrae, no es del todo negativa. Me ha llevado a hacer cosas diferentes, cosas que no sabía que necesitaba o quería hacer. Pero sin duda es un pain in the ass cuando genuinamente me programo para hacer algo y lo dejo a un lado para dedicarme a otra cosa. Es un obstáculo cuando quiero ser consistente en algo específico.
Las veces que sí logro sentarme a escribir, hay otra voz que se hace presente y es la del censor, la del juez interno. Me hace preguntarme si lo que he escrito es suficiente en términos de cuán extenso es, si las transiciones que uso entre párrafos tienen sentido, o si la forma en que estoy concluyendo el escrito suena a conclusión o hace que luzca incompleto.
En esta etapa de mi vida, lograr ser consistente es mucho más importante que crear cosas perfectas. Tengo un gran deseo de simplemente show up y cumplirme las promesas que me he hecho respecto a mi arte y a mis pasatiempos. Este challenge es un ejemplo de eso. Algunos días he sentido que escribí muy poco, otros días que me he desviado de la consigna. Pero eso que al final del día y en este momento me hacen sentir satisfecha y motivada a continuar, es que simplemente me he fabricado tiempo y me sentado a crear algo. He creado cosas imperfectas, pero las he creado, existen y estarán aquí para atestiguar mi propio proceso, mi evolución como persona creativa. Y eso me hace mucha ilusión.
Consigna: escribí el monólogo interno que experimentás cada vez que te sentás a escribir
Desafío: 30 días de escribirme por Aniko Villalba. “30 días de escribirme es un desafío pensado para que escribas un texto al día durante 30 días, en base a un disparador o consigna. Cada día durante un mes tendrás acceso a una consigna de escritura nueva. Empezás apenas te inscribís. ¡Y es gratis!”