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Día 25: Inventa

Cuando hace algunos años salió finalmente a la luz la verdad sobre los viajes en el tiempo, esa parte de mí que siempre sintió curiosidad sobre el tema, experimentó algo de desilusión más que nada porque se perdió el misterio. Ya no había necesidad de suponer cosas, de imaginar cosas, de inventar un mundo de viajes en el tiempo ideal, porque ya teníamos ahí la respuesta. Sin embargo, mi interés y fascinación siguieron intactos y por eso decidí ir estudiar sobre el tema, revisar todas las investigaciones, y entender el misterio que por mucho tiempo nos hizo dudar de la vida as we knew it.

Resulta que no estábamos tan errados sobre los viajes en el tiempo. Terminó siendo una mezcla de casi todas las teorías e historias de ficción que el hombre creó a lo largo del tiempo mezclado con un poco de magia. Lo más que me ha fascinado es saber que no tenemos control sobre los viajes en el tiempo, no existe una máquina que podamos manipular. Y aunque quizá dentro de unos años se logre dar con una forma de ejercer control sobre este fenómeno, por ahora solo existe. El ser humano nada puede hacer para apropiarse y explotarlo como han hecho con el resto de los recursos que la naturaleza y el universo nos ha regalado.

Según los estudios más recientes, los viajes al pasado han evolucionado según ha evolucionado el planeta Tierra como cualquier otro evento o sistema natural. Es una red sumamente compleja que conecta todo lo existente desde la aparición del homo sapiens. Sin embargo aún falta demasiado por explorar y descubrir. Se siguen recibiendo poco a poco los mensajes de las personas que se han voluntariado para atravesar los campos magnéticos descubiertos en los distintos continentes a lo largo de las últimas décadas desde que fueron descubiertos. Todo comenzó como una teoría, pero una vez comenzaron a recibirse los mensajes pudo confirmarse lo que realmente ocurría: estos campos magnéticos son portales de acceso a otros años en la historia de la humanidad.

Las últimas investigaciones han confirmado la existencia de estos campos magnéticos en casi todos los rincones del mundo, por lo general en zonas inhóspitas y que han permanecido de esa manera a través del tiempo. Los campos magnéticos conducen directamente a una galería de puertas que conectan el presente con el pasado por año. Hay una puerta para cada año. Están colocadas en pasillos a ambos lados de un pasillo principal. En cada pasillo hay un siglo comenzando por los años más recientes.
Afortunadamente, una vez se atraviesa el campo y se llega al comienzo de ese gran pasillo, el tiempo no transcurre, no se envejece, no existe el hambre, ni el sueño, ni el cansancio, ni los deseos de ir al baño.

Los estudiosos e investigadores han tenido que permanecer en el pasado y han logrado comunicarse a través de mensajes, inscripciones en cuevas, y publicaciones como libros de texto, periódicos y revistas. Sin embargo se perdió comunicación con aquellos que desaparecieron en años donde el lenguaje escrito aun no existía. Han sido muchos los que se entiende han fallecido al llegar a períodos que les ha dificultado sobrevivir o comunicarse con otros seres humanos en el presente o en el futuro. Solo se puede viajar al pasado al mismo día que se vive en el presente. Todos los días se repite el mismo día y se llega al mismo lugar donde está ubicado el campo magnético. Si hoy es 25 de septiembre solo se puede viajar al 25 de septiembre del año que se seleccione.

Los dos mayores tropiezos que han obstaculizado cada investigación realizada al momento, son el no haber encontrado aún manera de regresar y la incongruencia en la información recopilada de viajes realizados a través de puertas que llevan a años previos al establecimiento del calendario gregoriano.

Actualmente estoy preparándome para atravesar uno de los campos magnéticos del norte de Francia con un grupo de colegas de la Universidad. La expedición se dirige a 1896 con el fin de encontrar a un viajero del tiempo que dejó un relato en un periódico de la época y que durante años fue interpretado como una obra de ficción. En 1967 se analizó una copia de dicho periódico y se pudo confirmar que, en efecto, se trataba de un viajero en el tiempo que atravesó la puerta hacia 1896 desde 1945 al finalizar la Segunda Guerra Mundial. El plan para nuestra expedición es continuar investigando la posibilidad de regresar. Aunque confieso que preferiría que eso nunca ocurra. Me conformo con encontrar la forma de comunicarnos con el presente desde cualquier año sin la necesidad de regresar. Una vez el hombre logre ejercer control sobre las puertas y los viajes, seguramente todo cambiará para mal.

Estoy nerviosa y a la misma ves emocionada. Sé que no volveré a ver a ninguno de mis seres queridos y que me expondré a una nueva vida con retos que desconozco. Me encantaría tomar un barco al Caribe una vez acabe la expedición (nuestro contrato es por 10 años) para conocer un poco más de la historia de mis antepasados y ver de qué forma puedo contarle un poco de eso a los que se quedan en el presente.

Consigna: escribí acerca de un tema del que no tenés ni idea. Inventá todo.

Desafío: 30 días de escribirme por Aniko Villalba. “30 días de escribirme es un desafío pensado para que escribas un texto al día durante 30 días, en base a un disparador o consigna. Cada día durante un mes tendrás acceso a una consigna de escritura nueva. Empezás apenas te inscribís. ¡Y es gratis!”

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