Día 4: Obsesiones
24 de febrero de 2058
No debemos culminar este recorrido por el Museo de las Obsesiones sin detenernos a observar la exposición de “La Casa del Miedo”. La Casa del Miedo comenzó a construirse de manera no oficial en 1987 para que sirviera de hogar a una joven de quien hoy día no se sabe mucho. La casa fue expandiéndose poco a poco hasta ser lo que es hoy día: un cementerio de ideas, objetos, planes y sueños.
Por aquí tenemos la trigésimo quinta edición de un manual de creencias limitantes que fue recuperado hace unos años por unos vecinos del área al fondo de un contenedor de basura. La primera edición data de principios de los 90. Según cuenta la leyenda, este manual fue utilizado para adoctrinar a la joven utilizando el miedo, la culpa y la vergüenza como herramientas principales. De ahí se tomó el nombre que lleva la casa en el día de hoy. La joven fue condicionada a vivir en contra de su esencia y de sus deseos, a esconder quien era en realidad para poder considerarse parte valiosa e importante del oscuro y tenebroso mundo exterior.
A medida fue leyendo cada capítulo del confuso escrito, fue creyendo que nunca podría salir de la casa sin llevar puestas las máscaras que sugería el manual. Las veces que salía, lo hacía disfrazada de alguien más. Creyó que, de intentar salir sin sus máscaras, su existencia se desvanecería en las profundidades del temido hoyo negro que hoy conocemos como “la opinión ajena”.
Ya de adulta, la joven se dio cuenta que había vivido engañada e intentó escapar sin las máscaras. Pero cada vez que se acercaba a la puerta sentía que le hacía falta algo para poder salir. Algunos creen que fue enloqueciendo porque no sabía qué era eso que necesitaba; no sabía cómo deshacerse de las máscaras que había creado a lo largo de los años. Muchos piensan que lo que necesitaba estaba justo dentro de la casa, pero no se sabe si logró encontrarlo.
Esta computadora que ven aquí y que data del 2021 fue usada en un sinnúmero de ocasiones por la joven para buscar la forma perfecta de escapar de la casa sin las máscaras. Por varios años se dedicó a acumular ideas de escape. No obstante esos miedos a equivocarse, a ser diferente y a no ser suficiente que fue adquiriendo gracias al manual que acabamos de pasar, no le permitían ejecutar su plan de escape de una vez y por todas.
Por último y no menos importante, pueden ver el carrito de la esperanza, que alberga todos y cada uno de los planes de escape esperando a ser puestos en función. Se dice que la joven acumuló de todo: ideas, libros, cursos, consejos y una infinidad de materiales y objetos con la esperanza de algún día utilizarlos para escapar de la casa. La noche del 31 de octubre de 2035, unos niños se aventuraron al interior de la casa que desde hacía algunos años parecía vacía. Luego de escuchar unos aterradores gritos, se dispusieron a escapar y lograron salir con la computadora y el carrito que hoy podemos compartir con ustedes en esta exhibición.
La casa se encuentra vacía desde aproximadamente el 2030 pero aún se escucha el ruido del tecleo de la computadora y de las ruedas del carrito de la esperanza desplazándose lentamente, especialmente en horas de la mañana. Algunos curiosos que se han atrevido a acercarse afirman que entre 6 y 7 de la mañana emana un fuerte olor a café. Cuentan que ninguno ha podido dar con las máscaras de la joven y que se escucha un llanto que no se sabe si es de felicidad, de nostalgia… o de dolor…
Una versión más reciente de la leyenda cuenta que la joven pasó años de su vida obsesionada con crear el plan perfecto para escapar. Se privó de vivir sin máscaras por miedo a ser rechazada, por miedo a que se burlaran de ella, por miedo a ser malinterpretada, por miedo a que al ser vista como era en realidad, nadie fuera a apreciarla de la misma forma. Lo único que le daba esperanza eran todas aquellas ideas y cosas que iba encontrando en la computadora y acumulando en el carrito.
No sabemos si logró escapar, o si la casa misma la fue consumiendo hasta desaparecer. Sea usted el juez.
Desafío: 30 días de escribirme por Aniko Villalba. “30 días de escribirme es un desafío pensado para que escribas un texto al día durante 30 días, en base a un disparador o consigna. Cada día durante un mes tendrás acceso a una consigna de escritura nueva. Empezás apenas te inscribís. ¡Y es gratis!“